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La obesidad es una enfermedad

¿La obesidad es una enfermedad? Un debate en evolución

Cuando escuchamos la palabra “obesidad”, muchas veces lo primero que nos viene a la mente es el peso o la apariencia física. Pero, ¿qué pasa si te digo que la obesidad va mucho más allá de lo estético? Que no se trata solo de kilos de más, sino de algo que puede afectar gravemente la salud. En el mundo de la medicina, hay un debate importante: ¿la obesidad es una enfermedad o solo un factor de riesgo para otras condiciones?

 Hay quienes creen que es un resultado de malos hábitos y que no debería verse como una enfermedad en sí misma. Pero, por otro lado, muchos expertos aseguran que sí lo es, porque el exceso de grasa corporal no solo cambia cómo nos vemos, sino que también puede provocar problemas metabólicos, cardiovasculares y muchas otras complicaciones.

Lo cierto es que la obesidad es un problema cada vez más común. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 890 millones de personas en el mundo viven con obesidad, y las cifras siguen aumentando. Esto no es solo una cuestión de números; significa que millones de personas están en riesgo de desarrollar enfermedades graves como la diabetes tipo 2, hipertensión o incluso ciertos tipos de cáncer.

Entonces, ¿cómo deberíamos entender la obesidad? ¿Realmente es una enfermedad o solo una condición que puede llevarnos a otras enfermedades? En este blog vamos a explorar las diferentes posturas y el nuevo enfoque que están proponiendo los expertos para definir la obesidad de manera más precisa.

Tabla de contenidos

La obesidad como una enfermedad: la postura médica

Mucha gente todavía piensa que la obesidad es solo un problema de peso, algo que se soluciona comiendo menos y haciendo ejercicio. Pero la realidad es que va mucho más allá. La obesidad es una condición compleja que afecta prácticamente todo el cuerpo, desde el metabolismo hasta el corazón, el hígado y hasta la salud mental.

Hoy en día, la comunidad médica la reconoce como una enfermedad crónica y sistémica, lo que significa que no solo es un exceso de grasa, sino que esta grasa puede alterar la función de los órganos y aumentar el riesgo de enfermedades graves. No es algo que simplemente se “elige” o que se soluciona con fuerza de voluntad; es un problema de salud que requiere atención médica.

Una nueva forma de entender la obesidad

Un grupo de expertos convocado por la revista The Lancet, reseñado en este artículo de El Espectador, recientemente propuso una forma diferente de definir la obesidad. En lugar de basarse únicamente en el Índice de Masa Corporal (IMC), que tiene muchas limitaciones, plantean que lo realmente importante es la adiposidad: es decir, el exceso de grasa corporal y cómo esta afecta la salud.

Según esta nueva visión, la obesidad se puede clasificar en dos tipos principales:

Obesidad preclínica

Hay un exceso de grasa en el cuerpo, pero todavía no está causando daños evidentes en los órganos o tejidos. Sin embargo, con el tiempo, el riesgo de desarrollar problemas de salud es alto.

Obesidad clínica

Aquí ya hay un impacto claro en la salud. El exceso de grasa empieza a afectar órganos como el corazón, el hígado o los riñones, y esto puede llevar a enfermedades serias como la diabetes tipo 2, hipertensión, problemas cardiovasculares e incluso ciertos tipos de cáncer.

Las consecuencias de la obesidad en la salud

Cuando el exceso de grasa empieza a interferir con el funcionamiento del cuerpo, los riesgos son reales y serios. La obesidad está directamente relacionada con enfermedades como:

El cuerpo pierde sensibilidad a la insulina, lo que hace que el azúcar en la sangre suba y, con el tiempo, cause daño en órganos como los riñones, los ojos y el corazón.

El exceso de grasa puede provocar inflamación y obstrucción de las arterias, aumentando el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares.

El corazón tiene que trabajar más para bombear la sangre, lo que puede derivar en presión arterial alta y problemas cardiacos.

La acumulación de grasa en el hígado puede causar hígado graso, que si no se trata puede evolucionar a cirrosis o insuficiencia hepática.

Se ha encontrado relación entre la obesidad y el desarrollo de cáncer de mama, colon y otros tipos.

En resumen, la obesidad es una condición que, si no se atiende a tiempo, puede traer consecuencias serias y poner en riesgo la vida. Por eso, es fundamental dejar de verla solo como un problema de peso y empezar a tratarla como lo que realmente es: una enfermedad que requiere atención médica especializada.

¿Realmente es una enfermedad? No todos están de acuerdo

Si bien muchos expertos han dejado claro que la obesidad debe considerarse una enfermedad, hay quienes no están completamente de acuerdo con esta idea. Algunos argumentan que la obesidad no siempre conduce a problemas de salud y que clasificarla como enfermedad puede generar estigma o llevar a enfoques médicos demasiado simplistas.

La obesidad como condición multifactorial: una visión alternativa

Una de las principales críticas es que el peso por sí solo no determina la salud de una persona. Hay personas con un índice de grasa corporal elevado que no presentan complicaciones metabólicas ni enfermedades asociadas. Del mismo modo, hay personas con un peso dentro del rango “normal” que sí desarrollan problemas como diabetes o hipertensión. Entonces, ¿realmente es correcto llamar enfermedad a algo que no siempre genera síntomas o consecuencias negativas?

La obesidad es más que un número en la balanza

Uno de los mayores problemas al diagnosticar obesidad es que, durante mucho tiempo, se ha basado en un cálculo muy general: el Índice de Masa Corporal (IMC). Este indicador, que relaciona el peso con la altura, ha sido la herramienta más usada para clasificar a las personas en categorías como “peso normal”, “sobrepeso” u “obesidad”.

Pero el IMC tiene muchas limitaciones. No distingue entre grasa y músculo, lo que significa que una persona con mucha masa muscular, como un atleta, podría ser clasificada como obesa sin realmente tener un problema de salud. Por otro lado, alguien con poca masa muscular pero con un alto porcentaje de grasa corporal podría aparecer con un IMC dentro del rango “normal”, cuando en realidad sí tiene riesgo de enfermedades metabólicas.

Por eso, cada vez más especialistas están dejando de usar el IMC como único criterio y enfocándose en métodos más precisos, como:

El impacto del metabolismo y el entorno

Otro punto clave en este debate es que la obesidad no es solo una cuestión de voluntad o hábitos personales. Hay muchos factores que influyen en su desarrollo, como el metabolismo, la genética y el entorno en el que vivimos.

Metabolismo y genética

Algunas personas tienen un metabolismo más lento o una predisposición genética a almacenar más grasa. No todas las personas procesan los alimentos de la misma manera, y esto influye en su peso y composición corporal.

Factores hormonales

Problemas como el hipotiroidismo o el síndrome de ovario poliquístico pueden afectar la forma en que el cuerpo maneja el peso y la grasa.

Estilo de vida y ambiente

No todas las personas tienen el mismo acceso a alimentación saludable o a espacios para hacer ejercicio. El estrés, la falta de sueño y el tipo de trabajo que realizamos también influyen en el peso y la salud.

¿Entonces, es o no es una enfermedad?

La realidad es que la obesidad es un problema complejo que no se puede reducir solo a números en la balanza ni a una etiqueta médica. Si bien su impacto en la salud es innegable, también es importante entender que cada persona es diferente y que los factores que influyen en su peso van más allá de lo que tradicionalmente se ha considerado.

El reto ahora es encontrar un equilibrio: reconocer que la obesidad puede causar problemas graves, pero también entender que el enfoque debe ser personalizado y libre de estigmas, basándose en la salud integral de cada persona y no solo en su peso, tal como lo hacemos en Global Obesity Group.

Un nuevo enfoque: más allá del IMC

Durante años, el Índice de Masa Corporal (IMC) ha sido la herramienta principal para definir si alguien tiene obesidad. Es un cálculo simple: peso dividido por la altura al cuadrado. Si el resultado es mayor a 30, la persona es clasificada como obesa. Suena fácil, ¿no?

El problema es que este método no es del todo preciso. No distingue entre músculo y grasa, ni considera cómo está distribuida la grasa en el cuerpo. Un atleta con mucha masa muscular puede tener un IMC alto sin estar en riesgo de enfermedades, mientras que una persona con un peso “normal” puede acumular grasa en el abdomen y tener problemas metabólicos serios.

Por eso, progresivamente se ha incorporado un nuevo modelo para definir la obesidad, dejando de lado el IMC como único criterio y enfocándose en lo que realmente importa: el exceso de grasa corporal y su impacto en la salud.

Nuevas formas de medir la obesidad

Si el IMC no es suficiente, ¿cómo se debe diagnosticar la obesidad de manera más precisa? Los expertos proponen métodos alternativos que permiten evaluar mejor la cantidad de grasa y cómo afecta la salud:

Se ha demostrado que el exceso de grasa en la zona abdominal está más relacionado con problemas metabólicos y cardiovasculares que el peso total de una persona. Medir la cintura es una forma sencilla y efectiva de identificar riesgos.

Compara el tamaño de la cintura con la altura. Se ha encontrado que este indicador es un mejor predictor de enfermedades que el IMC.

Métodos como la bioimpedancia o la absorciometría de rayos X (DXA) permiten medir con mayor precisión cuánta grasa, músculo y agua tiene el cuerpo.

Más allá de los números, los médicos deben analizar cómo la obesidad está afectando la salud de cada persona, considerando su historial médico, síntomas y pruebas de laboratorio.

Un cambio necesario en la forma de ver la obesidad

Este nuevo enfoque nos dice algo claro: la obesidad no se trata solo de un número en la báscula. Lo importante es evaluar cómo el exceso de grasa afecta la salud, y no solo si una persona pesa más o menos de lo recomendado en una tabla.

Con este modelo más completo, podemos alejarnos de diagnósticos basados solo en el peso y enfocarnos en lo que realmente importa: identificar riesgos a tiempo y ofrecer tratamientos adecuados para cada persona.

Implicaciones para el tratamiento y la salud pública

Un nuevo enfoque para diagnosticar y tratar la obesidad

Si dejamos de ver la obesidad solo como un número en la balanza y comenzamos a enfocarnos en cómo la grasa corporal afecta la salud, el tratamiento también tiene que cambiar. Ya no se trata solo de decirle a alguien que baje de peso, sino de entender qué necesita cada persona para mejorar su bienestar.

Con esta nueva forma de definir la obesidad, el tratamiento debe adaptarse a cada caso. No es lo mismo atender a alguien con obesidad preclínica, que aún no presenta complicaciones, que a una persona con obesidad clínica, donde ya hay daño en los órganos. Esto significa que los médicos deben evaluar mucho más que el peso y personalizar cada plan de tratamiento.

Tratamiento: no todo se soluciona con dieta y ejercicio

Uno de los mayores errores en el manejo de la obesidad ha sido pensar que la única solución es comer menos y moverse más. Si bien una alimentación saludable y la actividad física son claves, no siempre son suficientes. Muchas personas con obesidad tienen factores metabólicos, hormonales o incluso genéticos que dificultan la pérdida de peso solo con cambios en el estilo de vida.

El tratamiento debe ser individualizado e incluir diferentes herramientas, como:

Terapia nutricional personalizada

No todas las dietas funcionan para todas las personas. Es necesario adaptar la alimentación según las necesidades de cada paciente.

Medicación

Existen tratamientos farmacológicos que pueden ayudar a controlar el apetito, mejorar el metabolismo y reducir la acumulación de grasa.

Cirugía bariátrica

Para casos de obesidad severa con complicaciones, la cirugía puede ser una opción efectiva y segura. No es una solución mágica, pero sí una herramienta poderosa para mejorar la salud a largo plazo.

Acompañamiento psicológico

La obesidad también tiene un impacto emocional, y muchos pacientes necesitan apoyo psicológico para manejar la relación con la comida y la autoimagen.

El papel de los profesionales de la salud

Para que este nuevo enfoque funcione, los médicos y profesionales de la salud deben cambiar la forma en que abordan la obesidad. Ya no basta con decir “tienes que bajar de peso”, sino que deben analizar cada caso en profundidad y ofrecer soluciones basadas en evidencia.

Además, es fundamental eliminar el estigma alrededor de la obesidad. Muchos pacientes evitan buscar ayuda porque han sido juzgados o tratados con poca empatía en el pasado. La obesidad es una condición de salud compleja, no una cuestión de falta de disciplina o voluntad.

El rol de las políticas públicas

La obesidad no es solo un problema individual, también es un tema de salud pública. Si queremos reducir su impacto, necesitamos cambios a nivel social y gubernamental, como:

Conclusión: la obesidad debe tratarse con un enfoque integral

Con este nuevo modelo, queda claro que la obesidad no puede verse solo como un problema de peso. Es una enfermedad con múltiples causas y consecuencias, y su tratamiento debe ser individualizado, basado en evidencia y libre de estigmas.

Además de la responsabilidad individual, es necesario que los médicos, los sistemas de salud y las políticas públicas trabajen juntos para ofrecer soluciones reales y accesibles. Solo así podremos mejorar la calidad de vida de quienes viven con obesidad y reducir su impacto en la salud pública.

¿Cuándo es necesaria la cirugía bariátrica? Mi enfoque en la evaluación de cada paciente

Cuando un paciente viene a consulta buscando una solución para la obesidad, lo primero que hago es dejar algo claro: no todas las personas con obesidad necesitan cirugía bariátrica. La clave no es solo el peso, sino cómo el exceso de grasa está afectando su salud y qué opciones realmente pueden ayudarle a mejorar su calidad de vida.

La cirugía bariátrica es una herramienta poderosa, pero no es la única. Hay casos en los que otros tratamientos pueden ser más adecuados, y por eso mi enfoque siempre es evaluar a cada paciente de manera personalizada antes de recomendar cualquier procedimiento.

Mi proceso de evaluación: más allá del peso y el IMC

Para determinar si alguien es candidato a cirugía bariátrica, realizo una evaluación completa que incluye varios factores clave:

No solo reviso el peso o el IMC, sino también si la obesidad ya ha causado enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, apnea del sueño o problemas articulares graves.

Evalúo si el exceso de grasa está concentrado en el abdomen, lo que aumenta el riesgo de problemas metabólicos y cardiovasculares.

Analizo si el paciente ha probado otros métodos como cambios en la alimentación, ejercicio, medicamentos o apoyo psicológico, y por qué no han funcionado.

Realizo estudios para ver cómo está funcionando su metabolismo y si hay condiciones como resistencia a la insulina o desequilibrios hormonales que puedan estar afectando su peso.

No se trata solo de números, sino de cómo la obesidad afecta el día a día del paciente. Si tiene dificultades para moverse, trabajar, dormir o realizar actividades básicas, eso también es un factor importante.

La cirugía no es una solución mágica. Es fundamental que el paciente esté dispuesto a seguir un proceso de cambios en su alimentación y estilo de vida a largo plazo.

¿Quieres saber si en tu caso la obesidad es una enfermedad?

Si vives con obesidad y has intentado diferentes métodos sin obtener resultados, quiero que sepas algo: no estás solo y hay soluciones para ti. La obesidad no es un tema de estética, es una condición de salud que merece atención médica especializada.

Cada persona es diferente, y por eso es clave hacer una evaluación completa para encontrar el mejor tratamiento en tu caso, ya sea cambios en la alimentación, medicación o incluso cirugía bariátrica. Si quieres mejorar tu salud y calidad de vida, te invito a agendar una consulta conmigo. Juntos encontraremos la mejor opción para ti, basada en evidencia y enfocada en lo más importante: tu bienestar.

Preguntas frecuentes sobre si la obesidad es una enfermedad

La obesidad es una enfermedad crónica y compleja que va más allá de los hábitos. Si bien la alimentación y la actividad física juegan un papel importante, también influyen factores metabólicos, hormonales y genéticos. No es solo una cuestión de voluntad o disciplina; es una condición médica que debe tratarse de manera adecuada.

No. Cada persona con obesidad puede experimentar diferentes impactos en su salud. Algunas personas pueden tener exceso de grasa sin complicaciones inmediatas (obesidad preclínica), mientras que otras pueden desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión o problemas cardiovasculares (obesidad clínica). Por eso, el tratamiento debe ser personalizado.

No necesariamente. La cirugía bariátrica es una herramienta muy efectiva, pero no es la única opción. En muchos casos, la obesidad se puede tratar con cambios en la alimentación, medicación y acompañamiento médico. La cirugía es una alternativa cuando otros métodos no han funcionado y la salud del paciente está en riesgo.

No. La obesidad puede afectar prácticamente todo el cuerpo, desde el metabolismo hasta el sistema cardiovascular, el hígado y las articulaciones. Además, tiene un impacto emocional y psicológico significativo. No es solo un tema estético; es una condición médica que puede influir en la calidad y la esperanza de vida.

No. Aunque el Índice de Masa Corporal (IMC) ha sido la herramienta más utilizada, hoy sabemos que no es suficiente. Para un diagnóstico más preciso, es necesario evaluar la composición corporal, la distribución de la grasa y los efectos en la salud. Métodos como la circunferencia de cintura, el índice cintura-altura y estudios de metabolismo ayudan a hacer una evaluación más completa.

Si tienes más dudas sobre la obesidad y cómo tratarla, te invito a agendar una consulta conmigo. Juntos encontraremos la mejor solución para mejorar tu salud y calidad de vida.

No. La obesidad puede presentarse en cualquier etapa de la vida, incluyendo la infancia y la adolescencia. De hecho, la obesidad en la niñez puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas en la adultez. Por eso, es importante detectarla y tratarla a tiempo.

No. Aunque la alimentación juega un papel clave, la obesidad tiene muchas causas. Factores como la genética, el metabolismo, las hormonas, el estrés, la falta de sueño y hasta el entorno en el que vivimos pueden influir en su desarrollo.

Depende del caso. Algunas personas logran mejorar su salud con cambios en el estilo de vida, pero muchas veces se necesita un enfoque médico especializado. Un tratamiento adecuado puede incluir terapia nutricional, apoyo psicológico, medicación o incluso cirugía bariátrica en casos avanzados.

No siempre. Hay personas con obesidad que, en un inicio, no presentan síntomas evidentes, pero su organismo ya puede estar sufriendo cambios internos, como inflamación crónica, resistencia a la insulina o acumulación de grasa en órganos como el hígado. Es por eso que una evaluación médica es fundamental, incluso si no hay molestias aparentes.

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Dr. Rubén Luna,  Cirujano Bariátrico Especialista en Obesidad y Sobrepeso

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